Respuesta a: Módulo 3. El Falso Síndrome de Alienación Parental.

#13656
AvatarSilvia Martínez
Participante

Buenos días!
Resulta complicado entrar a valorar sin contar con toda la información del procedimiento, si bien es hecho más que claro que una vez más, las únicas víctimas cuyo testimonio se pone en solfa a la hora de denunciar, son las mujeres cuando se deciden a denunciar agresiones sexuales, bien hacia ellas mismas o hacia sus hijos o hijas.
Cuando alguien va a denunciar que le han pegado dos chicos en la calle, nadie pone en duda que las lesiones se las haya causado la propia víctima, ni se le pregunta si hizo algo para que le pegasen, ni se cuestiona la motivación de la interposición de la denuncia. Sin embargo, cuando una mujer se decide a contar lo que le está ocurriendo, lo que le ha ocurrido, enseguida se encienden todas las alarmas para poner en cuarentena su testimonio y para hacerlo desde la perspectiva del machismo que aún por desgracia, permanece latente y presente en nuestro sistema policial, judicial e institucional.
Así, en este caso, la mujer siempre aparece acompañada por personas que comparten sus creencias religiosas, como si eso la hiciese menos mujer o menos madre o la situase en una situación de sospecha acerca de su estabilidad emocional. Se la dibuja como una persona interesada “que se quedó embarazada enseguida”, como si su licenciatura en Derecho y su trabajo consolidado no fuesen indicadores suficientes de que no necesitaba hacer padre a un hombre para poder seguir adelante.
Es significativo el modo en que se obvian las denuncias iniciales de la madre sobre posibles abusos sexuales que ni siquiera se investigan a pesar de que hay unas vulvitis de repetición que constan en los informes médicos de la niña y cuya etiología se desconoce, porque insisto, nada se ha hecho para averiguar de donde han venido y si han podido tener alguna relación con lo relatado por la madre.
Tampoco se incide en las contínuas referencias de la menor hacia su madre, refiriéndose a que “está castigada por la policía y el juez”, “mi madre la lía”, etc… obviando que ese discurso no puede ser elaborado por una niña de cuatro años si no es por la repetición de las explicaciones que le da su padre, cuestión que incluso la propia menor reconoce en un momento dado, tal y como consta en el informe.
No podemos perder de vista que esos informes suelen ser “palabra de Dios” para los jueces y Tribunales, que se basan en ellos para tomar decisiones y dictar sentencias, sin tener en cuenta que muchos de ellos adolecen de una falta total y absoluta de rigor, motivado – quiero creer- por la falta de medios que propicia que las cosas se hagan muchas veces deprisa y corriendo, sin escuchar a las víctimas y sin dedicarles el tiempo suficiente, pero también por la falta de empatía, por el desconocimiento y por ese machismo imperante en todas las instituciones que no permite llegar al fondo del asunto y se queda en las ideas preconcebidas en las que siempre son las mujeres las “locas perversas” que quieren a toda costa hundir a sus exparejas por “celos” o “ambición”.