Respuesta a: De la Violencia Estructural de Género a la Violencia Vicaria e Institucional

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Celia GarridoCelia Garrido
Moderador

Buenos días foro!

Gracias por tu reflexión Saray. Entiendo lo que planteas. Es dificil que en un punto de encuentro haya entendimiento entre las partes, si hubieran sido capaces de lograrlo sin ayuda no estarían allí. Y también entiendo que choque que una madre verbalice que aunque ella haya sufrido violencia por parte de su expareja, el padre de su criatura, no quiera que pierda su relación con él.

Creo que en ambas situaciones que nos describes, si aplicamos la perspectiva de género, veremos las cosas con algo más de claridad.

En el primer caso, es muy importante tener en cuenta esa situación de desventaja de partida con la que las mujeres nos encontramos y que nos resulta tan dificil reconocer a nosotras mismas y, cuando se produce una ruptura «conflictiva», tambíen les cuesta mucho percibir a los y las profesionales. Como ya vimos, detrás de esas rupturas conflictivas, en un alto porcentaje puede haber violencia. Si la hubiera, ha podido pasar desapercibida por la propia mujer que puede pensar que, simplemente, es un hombre con mucho carácter, o muy celoso, o que tiene muchos traumas, o que a veces se «dispara»….La mujer no tiene porque parecer sumisa o amedrentada ante él, puede responder y defenderse. No obstante, es fundamental entender que esa posición degradada, social y personalmente, en la que su propia condición de mujer la coloca, hace que esas situaciones conflictivas no se perciban igual. Ella puede aparentar no tener miedo por su seguridad, pero seguro que teme por la seguridad de sus hijas e hijos, teme por que sea mal juzgada por el entorno y los profesionales y que esto tenga consecuencias sobre la custodia. Ella, en la mayoría de los casos, queriendo que todo acabara se divorció para parar esa espiral de «conflictos» y lo que se encuentra es que lejos de conseguirlo, ahora se incrementa con las criaturas por el medio y con personas externas que les juzgan y tienen capacidad de decidir sobre sus vidas. Esta es una situación muy estresante para una madre que intenta por todos los medios proteger a sus criaturas, que pude no mostrarse especialmente colaboradora porque no confía en el padre de las criaturas y en su capacidad de cuidado. Esto puede hacer que parezca una persona resentida, descentrada, demasiado enfadada, mientras que el puede aparecer como un hombre dialogante, tranquilo, simpático, buen padre….Pero es que él no se juega nada, no tiene miedo ni por el ni por sus criaturas, mientras que ella se siente impotente, se siente juzgada, se siente en peligro…..Es muy importante tener esto en cuenta y pensar que esta es la situación de la inmensa mayoría de los casos que llegan al sistema de protección.

Esto mismo se puede aplicar en el segundo caso que nos describes. Hay que escuchar profundamente detrás de esa verbalización de una madre sobre la capacidad de quien a ella le ha maltratado, de ser un buen padre. Las mujeres que han vivido violencia no están exentas del pensamiento misógino dominante en la sociedad, ellas comparten los mismos valores que la mayoria de personas, como no podría ser de otra manera. Además, viendo que el contacto con el padre parece inevitable, anhelan que esto sea así, que sea capaz de ser un buen padre aunque no haya sido un buen compañero. Y aunque haya sido condenado por violencia, muchas veces justifican sus actos y prefieren aferrarse a lo bueno, es una manera de protegerse, de no perder la esperanza de que al no estar ella de por medio, el conflicto no aflore y sus criaturas estén bien.
También puede ocurrir que, después de ver la reacción del sistema ante sus intentos de proteger a sus hijos, haya decidido mostrarse lo más colaboradora posible para evitar empeorar la situación. Esto, lamentablemente, es muy común, les revictimiza, les coloca en una posición aun más vulnerable y además provoca que sean juzgadas de nuevo porque no se entiende que acepten de buen grado el contacto con el padre si es verdad que es un maltrador.
Y así vemos como hagan lo que hagan, las mujeres, en su condición de madres, son juzgadas. Esto genera una sensación de impotencia y de indefensión brutal ¿nos podemos imaginar cómo nos sentiríamos y qué haríamos en su posición? Debemos indagar sobre nuestros propios prejuicios y sobre las ideas preconcebidas que están influyendo en nuestra percpción de la realidad. Debemos incorporar otros elemntos de juicio que nos ayuden a cuestionar las primeras impresiones y tratar de ver más allá. Y debemos empezar por establecer una relación de escucha profunda que nos ayude a entender a las personas y sus circunstancias.

Un lujo reflexionar así

Celia