Celia Garrido Benito

Ana M Lupion. Fundadora de Mujeres Libre, Mujeres en Paz

Trabajadora Social experta en Violencia Vicaria. y Agente de Igualdad en diversas organizaciones de Mujeres y Académicas.

Durante diez años formó parte del equipo docente del Máster de la UNED “Malos tratos y violencia de género: una visión multidisciplinar”, y del curso “Educar en la no violencia”.

Actualmente imparte cursos para diferentes organizaciones, tanto públicas como privadas, sobre todo dirigidos a profesionales de distintos ámbitos y jóvenes, y trabaja en distintos proyectos sociales, todos ellos relacionados con el feminismo.

Trabajó durante más de diez años junto a Pamela Palenciano, en su magnífico monólogo “No sólo duelen los golpes”, presentando y guiando el debate posterior a su representación.

Manifiesta que “disfruta mucho trabajando en procesos de formación cooperativa en los que poner patas arriba nuestras creencias para desprendernos de aquellas que nos esclavizan, que nos impiden ser libres” y afirma que “el feminismo y mi curiosidad y capacidad de cuestionamiento son mis mayores aliados en estos procesos. Me han ayudado a escuchar y a confiar para poder plantearnos cuestiones incómodas y recorrer caminos escabrosos”.

Forma parte de la Asociación Nosotras en el Mundo de la que es socia fundadora y desde sus inicios, de Mujeres Libres, Mujeres en Paz. Como activista de dichas asociaciones, acompaña y apoya a mujeres revictimizadas, a la vez que denuncia y realiza actividades de sensibilización a través de charlas, conferencias, mesas redondas o debates.

La realización, en el año 2010, junto a la psicóloga Fátima Urzanqui, de una investigación sobre el supuesto Síndrome de Alienación Parental, la permitió conocer a mujeres que fueron víctimas de este engendro pseudocientífico y adentrarse en su dura realidad. Según afirma “dicha experiencia me transformó profundamente, me reveló una realidad incómoda y silenciada de la que no era consciente y, sobre todo, hizo que se tambalearan todas mis certezas con respecto a las instituciones que integran el sistema de protección de las víctimas de violencia de género y a sus profesionales”. Desde entonces, mantiene contacto permanente con mujeres que viven o han vivido la violencia machista por parte de su pareja y que han encontrado una respuesta institucional revictimizante. Ha podido constatar que éste fenómeno es bien conocido por profesionales y experimentado por jóvenes y adolescentes que relatan cómo son forzados institucionalmente a convivir o mantener visitas con un padre maltratador y/o abusador. Siente, según manifiesta, “la necesidad de compartir las inquietudes y las conclusiones a las que he llegado después de llevar tantos años acompañando a mujeres y a criaturas, e investigando las causas que impiden que este problema salga a la luz y sea considerado una cuestión de primer orden.